No soy la persona indicada para decir de qué estamos hechos ni qué son las necesidades de cada persona. Toca a cada individuo procurárselas y resolver cada uno de sus conflictos y, aunque la «sociedad» cree sentirse con derechos para criticar o para pretender estandarizar lo que cada ciudadano debe o ha de hacer, pensar o decir, en su doble moral mojigata no produce una solución y, las pocas que existen, han sido hechas de iniciativa propia, de la misma manera como nacieron alcohólicos anónimos y otras organizaciones que van más allá de la auto ayuda grupal.
Evolucionamos por inercia. La escuela y ese proceso de socialización familiar que nos saca de casa expande la necesidad de comprender, de conocernos y determinar quienes somos, en cualquier grupo. Si éramos introvertidos, la interacción, con otras u otros, nos saca de nuestros esquema y, al cabo de varias décadas, lo que fuimos ya no somos y, si volvimos atrás -también- fue otra decisión que no siempre estuvo en el deseo, sino que fue consecuencia de muchas cosas, trascendentes algunas de ellas.
A la edad de 10 o 15 años nadie proyecta su vida para quedarse solo ni cómo ha de vivir los años pensionado. A los 5 años de edad nadie se figura cómo ha de vivir en la viudez, ni cómo ha de emplear el tiempo libre en su retiro. Esos días la vida es bella y, aunque muchos extrapolaban cómo verse en sus sueños, no todos los realizaron y, los que los tuvieron, van despertando de ese letargo a otras realidades: La soledad u otra compañía.
Entre los 15 a lo 20, uno puede descartar y re-seleccionar la gente que toma y a quienes recibe pero, de los 40 a los 60 años, uno aprende a no ser tan selecto, se es más noble aunque -también- podemos estar endurecidos y amargados.
¿Hiciste tú tu sueño o vas de camino?
Conozco a un viejito cuyo carácter es grato. No conozco su interioridad o rasgo secreto pero, a pesar de sus ochenta, sigue siendo alegre y jocoso, al punto que -aunque engañe o auto engañe- su ánimo no decae y, en medio de otros viejos que haya en ese ancianato, yo prefiero estar con él, y me gusta escucharlo.
Ese sitio donde lo conocí es sepulcral. No es un sitio siniestro pero, es un lugar aislado -paisajísticamente bonito- bien decorado (muy cerca de mi casa) pero es un camposanto de gente viviente.
Los viejos viven en su mutismo, como ignorándose sus propias penas. Algunos de ellos sufren la vergüenza personal que ocultan, la de mojar o ensuciar sus pantalones o faldas (sus esfínteres no son jóvenes). Los suyos, quienes les llevaron, raramente les visitan y, en un sentido, fueron abandonados antes de tiempo a la entrada del camposanto, como quien quien caminará y muere, un día a la vez, a cada paso.
El viejito que yo aprecio -distinto a todos ést@s- sigue siendo lúcido, locuaz y, cada vez que ve a una mujer bonita en las visitas, le pone el ojo, como el cazador a su presa ¿Uds creen que ese viejo todavía dispare certeramente? ;)
Cada vez que habla, puedo escucharle sus cuentos. El número de sus hijos e historias es largo y, la verdad, no me atrevo a prestarle mucha atención pues, no sé si juega con sus fantasías o su triste realidad: Como todos, un día va a morir como yo.
Lo malo de nuestra juventud, lo malo de los errores que cometimos, fue disparar -a siniestra- sin elegir a la persona correcta. Yo querría, por ejemplo, volver con Dinorah D. o, con cualquiera de aquellas que no supe valorar (cuando ellas sí me valoraron) ¿Tan tarde es? ¿Manejaría yo los efectos colaterales de sus pasados?
¿Están disponibles -e iguales- aquellas personas que desdeñé sustituyéndolas al antojo de la oportunidad -por sexo- con otras «mejores» o «más» sexys?
«Se cosecha lo que se siembra»
¡Pendeja juventud, la mía! (¿La tuya?)
A esa edad no se oye a nadie; sino a la lujuria, al ego vanidoso, y a las ganas de hacer lo que podamos, o lo que el momento permita o venga en gana.
¿Estás consciente de que la juventud -y esa fuerza hormonal- se acaban, juntamente con los encantos temporales y que ciertos deseos nunca cesan? ¡Hoy quiero y mañana también!
Hoy te desean, mañana te rechazan: Lo mismo que tú sembraste, lo mismo que tú hiciste, alguien te lo hará saber... ¡Mañana!
La vida devuelve la moneda con la que hoy pagas o das.
A.T.