martes, 15 de octubre de 2019

Fin de los tiempos, borrador


No hables a espaldas de los que no te oyen ni pongas tropiezo a los ciegos...” (Lev 19:14)
 
En una relación sustitutiva entre una computadora y un individuo no debería haber vínculos afectivos excepto –evidentemente– de parte del solitario hombre, que crea una suerte de vínculo por los beneficios del uso de cualquier cosa. Es obvio que la computadora no puede amar al hombre, puesto que ella no tiene vida orgánica ni algoritmos para afectos pero, esa parodia analógica sólo aplica, cuando el humano sí ama su relación con su bien, sus privilegios de uso y hasta ese grado de “exclusividad” por ser el único en usarla o en compartir lo que ella posee o facilita. ¿A dónde voy al mencionar esto? A tratar de establecer una posible relación emotiva entre el hombre y sus pertenencias, sus bienes y afectos intangibles, con esos abstractos indeterminados que no se tienen –pero se creen poseer– como la libertad, la propiedad, la disposición de goces con privilegios, vínculos con la deidad; así como ciertas facultades como amar, tener confianza en alguien o pensar por el bien de terceros.
Hasta ese día en que uno no conozca a Dios de una manera íntima y personal, uno solamente practica cierta convicción en cosas que son nociones generalizadas o ideas teológicas a las que tiene fe, conceptos a los que tiene alguna forma de amor y nos sirven para pensar o creer. Si Dios no me habla ni tiene tratos directos conmigo, no hay una relación concreta ni una realidad tangible con ese abstracto, concepto o noción. Si yo no puedo disponer de ese bien conceptual, pensado en forma universal, no existe una relación bilateral entre el ello y el yo, entre el eso y mi persona; excepto cuando yo crea que la haya y, si en la práctica las relaciones humanas a distancia –por email o video chat– son relaciones humanas deficientes e imperfectas, dignas de poca confianza si no hay acercamiento humano, las relaciones entre idealizaciones, la abstracción de esas añoranzas y nociones vagas sin contacto, jamás serán relaciones verdaderas, así sean establecidas en el terreno de lo platónico, de lo unilateral debido a la necesidad o circunstancia: De allí resulta un “te amo” porque tengo una querencia contigo y yo creo que tú te comunicas o interactúas imaginariamente conmigo mientras te escribo, como si realmente hablara y me comunicara con alguien, no reconociendo que interactúo –a solas– con un teclado de esta computadora que no me habla ni podrá tocarme.
Yo puedo entender las experiencias o narraciones que un hombre haya dejado cincelada en una piedra, en tablillas de barro, en pergamino o en el mural de cualquier ciudad. Quien haya escrito algo intentó decir y comunicar pero, lo que haya dicho, jamás será mi experiencia vivencial hasta que yo la tenga o decida creerla y tomarla como mía y para mí. Aunque me apropie de cualquier cosa o experiencia que alguien haya citado, comentado o visto, sus conceptos no son míos, sino nociones de segunda o de indeterminadas manos y, si alguien vio el cielo o el infierno, como se narra en los libros donde se cuentan algunas experiencias cercanas a la muerte, lo que ellas cuentan no son mis vivencias y, al creerlas, puedo estar aceptando mentiras o alucinaciones de enésima mano, mismas que no son mías ni tengo una relación con esas abstracciones, excepto por asírmelas, por creerlas y aceptarlas de buena fe, como todo aquello que tenga que ver con la deidad, con Dios y cualquier sistema de creencias no comprobable, sino aceptado por fe; tal como sucede con las leyes de un país, en las que existen “principios” que conozco, pero los ignoro o violo.
El “amor” que puedo sentir por mi computadora lo puedo desplazar a algo más significante si adopto una mascota. Si bien mi computadora no interactúa conmigo y simplemente responde a los comandos de mi mouse o teclado, sencillamente puedo adoptar una mascota, un gato o perro y, como ellos tienen una forma de vida, como son mamíferos y tienen sangre caliente (no son apáticos como un pez en una pecera) esa nueva relación de contacto ciertamente interactúa con mi psique, mis peticiones son oídas y respondidas y, así sentiré que hay una relación de pertenencia, donde una parte con vida pide cosas y la otra responde, interactuando uno con el otro. ¿Qué relación de contacto hay entre Dios y mi persona? ¿Qué relación de contacto hay entre una mujer que físicamente me atrae y gusta, y ella no me ha visto ni me conoce?
¿Alguna analogía?
Yo no tengo una relación de trato ni de correspondencia afectiva con una computadora ni androide. Puedo relacionarme o depender de cualquier máquina, pero ella no tiene intimidad ni intercambio sentimental conmigo. Si adopto una mascota, tampoco habrá una relación de correspondencia puesto que, aunque el animal responda a mis estímulos –y yo a los de cualquier ser– no existe una igualdad paralela, no habrá una completa reciprocidad en esos tratos y de ninguna forma me sentiré realizado ni lleno, puesto que ese ser no completa muchos aspectos de mi vida (aunque tampoco otros humanos colmen gratamente nuestros espacios impresionables vacíos).
Puede que haya una conexión emocional que yo establezca debido a mi computadora o mi casa, pero de ellas conmigo: Yo dependo de ambas cosas para servirme, estimarme, estimularme o sentirme querido. Puede que haya establecido una conexión emocional entre mi mascota y yo, en el sentido de que ella dependa de mí para seguir con vida y, de mi parte, yo me crea que eso sea un vínculo afectivo al que puedo dar toda mi atención; pero pronto reconoceré que mi vacío emocional no satisface mi esperanza, y ello no está ni en el dinero ni en una mascota: Puede que regularmente sienta apetitos, puede que coma y, antes de que termine ese día, volveré a comer cada vez que tenga hambre u otra apetencia visceral o emocional.
Mi unión “comunicacional” con una insensible computadora podría ser mayor que la que debo establecer con mis hijos o una mujer. Mi dependencia emocional o lazos afectivos podrían ser mayores con una máquina que con una persona a quien no tengo acceso físico: La máquina no impone condiciones distintas a las que estoy dispuesto a darme o satisfacer; en tanto una persona o un ser que respire, permanece cambiando o asignando condiciones diferentes a las que se suponía nos mantendríamos afines un tiempo indeterminado. Ejemplo, una mujer en casa frecuentemente pide cosas distintas que no se disponen sin un esfuerzo adicional. Una mascota sólo pide un paseo y pocas atenciones y, un niño, irá pidiendo cosas a medida que crece y vaya teniendo conciencia de sus deseos, caprichos o necesidades; pero una mascota es improbable que producirá el mismo tipo de vínculo que establezco con un ser amado. ¡Puedo humanizar mi computadora o una mascota?
  ¿No es que pedimos o exigimos demasiado de otros seres, sin verdaderamente entregarnos responsablemente?
Frente a mis carencias afectivas –sin fluctuación– no sólo he idealizado muchas cosas y objetos, sino que me he retraído de la realidad afectiva humana tratando de suplir lo irreemplazable en las interrelaciones: He querido más a un auto que a la salud de mi madre. He amado más a un perro que a mis hijos. ¿Estoy durmiendo con el gato y el perro, en lugar de una mujer? Es obvio cuando alguien le dice “papi” o “fifí” a su mascota carece de una buena relación de pareja.
He observado que mi atracción y simpatía por una misma mujer varía con el paso de los años: A medida que ella se marchite con algunas molestias, ciertos desaires o desatenciones, ella podría gustarme menos que otra más joven (así como ella en mi lugar, también, podría pensar que yo no tengo lo que ella necesita física y económicamente). Yo puedo pasar horas frente a mi computadora “comunicándome” con ella, pero una mujer necesita muchas cosas que están fuera de mi engranaje sexual, económico y mental; de modo que ella misma se procurará lo que yo no ofrezco ni tengo en mí mismo… ¿Cómo es que digo que tengo una simpática afinidad con Dios, si tampoco la tengo con personas que vivan conmigo? Mi conexión emocional y mi afinidad con las cosas se deben a simples atracciones que no demanden nada molestamente obligante de mi parte. Mi relación afectiva con las personas no puede establecerse si ellas no hallan un tipo de afinidad amable o una interacción mutual conmigo –con lo que yo soy– y no con los objetos que tengo. Aunque el maridaje no puede establecerse si carezco de lo que una mujer necesita (emocional, sexual y económicamente). ¿Me vinculo a Dios por una relación de dependencia o por amistoso compañerismo?
Con los ojos, muchos hemos visto a las personas que no debimos seleccionar como parejas y, quizá algunos pocos, al parecer, hicieron una mejor (s)elección de compañeros de vida para el afecto o el amor.
 
¿Cómo puede Dios mantener una relación de mutua reciprocidad –cambalaches afectivos con los humanos– sin que haya una relación de conocimiento personal, un encuentro perceptible o una relación de interdependencia? Cuando menos, Moisés expresó ese deseo humano de conocerlo más allá de meras nociones audibles (Éxo 33:13;18) y Aquel le dijo que “no podría verlo y seguir viviendo.” (Éxo 33:20) ¿Pero cómo es que Adán y Eva lo veían y no morían? ¿Qué estupidez narcisista es esa de que no podemos ver a Dios por nuestro pecado, si “la serpiente” del Edén (Satanás) ha sido tan mala como siempre, y le ha visto? [Esto del narcisismo celestial será tratado más adelante]
Mi relación sustitutiva con una máquina no es igual a la interactiva que tengo con la naturaleza de una mascota juguetona y, cualquier forma de compatibilidad (de ser como ella o él) sólo se aproxima a lo minúsculo pues, lo que advertimos por tierno afecto, no está más desarrollado en una flemática gallina que sólo espera le den comida como cualquier ave que, con un sonsonete, parlotea palabras de amor como loro, cuando no sabe ni tiene modo de expresarlo –darlo– sino en esa relación de intercambios entre pedir o recibir lo que puede. ¿La relación que tenemos con Dios, es sólo la de pedir y fingir entrega? Luego, en un sentido afectivo o condescendiente, pero evidentemente absurdo, desafectado e impertinente, no puede decirse del Altísimo en un escrito: “…tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en Él no se pierda, sino que tenga vida eterna.” (Juan 3:16) El amor no puede existir sin dejar de expresárselo, visceral o tangiblemente en su modo afectivo individual y personal; sin dejar de manifestarlo frente al objeto de ese amor al que se le declara interés genuino. Yo no podría amar a alguien (a quien no conozco) a distancia ni esperar ser amado a control remoto… ¿Qué relación de correspondencia hay entre lo que yo crea y entre alguien en quién no hallo coincidencias o correlación afectiva? Soy libre de gustar(me) con personas que no me deseen pero, el amor, es más que sólo gustarse o buscar(se) en alguien sin obtener correspondencia y sólo rechazo: El amor es o debe ser dialéctico, comunicante y comunicativo. Si el amor no tuviera la buena cualidad de no ser explosivo, sería irascible e ingrato y, en ese sentido, el Antiguo Testamento habla bien al decir: “Dios es tardo para la ira”. (Éxo. 34:6; Núm 14:18; Joel 2:13) No obstante, ¿realmente Moisés explotó de rabia en aquel ayuno y mandó matar a 3 mil idólatras en un solo día? (Éxo 32:28)
En relación a lo que se dice en lo que nos han dicho es “la palabra de Dios” todo ello nos coacciona al incuestionable sometimiento de “creer”, sin dudar, cuando nos dicen que “…el que no cree ya está condenado por no haber creído…” en Jesucristo (Juan 3:18). ¡Diantres! Cuando menos, en el Antiguo Testamento, aquellos hombres (como Moisés) tuvieron una relación interpersonal con la deidad y, ahora, estos escritos gobiernan mis temores con manipulativa coacción, no mostrando el camino simple –desde la A hasta la Z– para establecer una relación de conocimiento personal o vivencial…
Si Jesucristo es el camino (al menos, al creer en Él como un hecho histórico) ¿éste nos dejó clara las instrucciones para llegar al Padre? Indistintamente de mi irrelevante opinión, Jesús dijo: “Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie viene al Padre sino por mí.” ¿Hasta qué punto este Jesús monopoliza y filtra el camino hasta el Dios tardo para la ira y que perdona la maldad?
Si la Biblia es una de las formas en que Dios ha expresado Su voluntad y Su amor por la humanidad, en relación a Jesús, la escritura nos dice: “He aquí mi siervo, yo le sostendré; mi escogido en quien mi alma tiene contentamiento. He puesto sobre Él mi Espíritu, Él traerá juicio a las naciones.(Isaías 42:1) De modo que Él es el juez, Jesús es quien Dios se ha complacido para juzgarnos pero asegurándonos que, Su señorío ni Su gloria la ha traspasado a otro; de modo que Jesús no puede adjudicarse otra función para acaparar lo que no esté en Su competencia de siervo: “Yo Jehová; éste es mi nombre; y a otro no daré mi gloria, ni mi alabanza a esculturas.” (Isaías 42:8) Pregunto, el catolicismo iconográfico ¿no ha distorsionado el significado de mucho en las Escrituras haciendo una teología distinta a la del Antiguo Testamento?
Aunque temerosamente profese algo de fe en esas nociones teológicas repetidas toda mi vida. ¿Cómo creer a quien no conozco personalmente? ¿Cómo escucho al Padre, si tampoco oigo al resucitado Hijo?
¿No dice Jeremías 17:5 que no crea ni a mi corazón, ni a lo humano que hiere, pelea y miente dentro de cada mortal?
“… ¡Maldito el que se apoya en su propia fuerza y aparta su corazón del SEÑOR!” (Jeremías 17:5)
Desconozco el porqué del que yo no pueda ver a Dios manifiesto –sin opinión de intermediarios–  de una forma personal y audible, si es que por sí mismo existe. Si la muerte que nos dio Adán (¿por herencia genética?) fue esta muerte espiritual –esta aciaga separación presencial de Dios– aquella misma que Jesucristo significó hablando de aquellos “muertos que debían enterrar a sus muertos(Mat 8:22) entonces estoy espiritualmente fallecido, creyendo que vivo, y me desvivo por despertar del aturdimiento incoherente de ese amor no manifiesto del humano respecto a su Hacedor... ¡Cómo me relaciono verdaderamente con el Creador sin alcanzarlo?
Un gobierno demagógico constantemente dirá que su prioridad siempre es atender los deseos y necesidades del pueblo y, desde luego, toma tiempo entender la sórdida mentira de que cada gobierno siempre sólo procura atender las prioridades de cada gobernante y las de todos sus personeros (mucho antes que las necesidades básicas de los electores). Una mujer o un hombre que formaron una familia ¿siempre atienden a otros primero? ¡Sólo a ciertos hijos! A los más queridos o pequeños, según la medida o antojo de ese amor caprichoso…
Una situación de práctica demagógica (emocional o espiritual) es aquella en la cual una parte manipula los juicios del conocimiento de otros al decir que “uno vive para atender las necesidades de quienes les oigan…” aquellos a quienes intentan seducir, manipular y, consecuentemente, a quien se intenta movilizar, nulificar y someter. Los políticos fingen dar concesiones y nuevos derechos, halagando sentimientos elementales de esos ciudadanos, a quienes tratan de seducir para mantener el poder. En la religión o en la política se observa ese mismo comportamiento, esa actitud demagógica, que consistente en halagar las aspiraciones generales populares, para obtener o conservar el poder político o para acrecentar la popularidad de quien dice ser su bienhechor y ayudador de causas.
Si la ideología de cualquiera hace proclamas sin relación de hechos, sin proximidad ni la aproximación de encuentros humanos reales –como decir que amamos sin hacer obras– podemos estar frente a una falsedad o alguien falso y, de allí que usase la analogía de las relaciones con computadoras o mascotas. ¿No es así que sustituimos lo que nos falta? Una mujer u hombre comienza a engordarse cuando come en demasía, cuando se relaciona más con su estómago que con la alimentación de su vínculo con una pareja, porque el caudal de esa atención de “amor” lo vuelca sólo en sí mismo (no en otros).

Por lo general, en la topografía del relieve de muchos lugares de la tierra, uno encuentra que los nacientes de agua, los manantiales de una misma montaña o región, siempre tienden a unirse a lo largo de su curso de descenso, antes de desembocar en el mar. No sé si esa analogía de la naturaleza de las aguas también nos toque a nosotros como personas, que descendemos al sepulcro pero, eso de que “Dios los cría y ellos se juntan” ha de ser por la observación de muchos, y no sólo es un decir del refrán popular pues, también las aguas de lluvia desbordan el cauce de los ríos, incrementan los manantiales, y todas bajan al mar. ¿En algún momento de la vida todos estaremos en la misma situación y lugar?

  Toma satelital de ríos que se juntan, causando otro mayor, aguas abajo.

Que yo sepa, no hay muchos ríos en la tierra que, indistintamente, recorran todo su curso –desde el naciente de sus manantiales– a todo lo largo de un río, por el solitario camino que no se toque en algún borde de sus lados paralelos antes de llegar aisladamente al mar. Similarmente, no hay humano que, en algún punto, cierto día coincida con los gustos o alma de otros y, si esta analogía de circunstancias topográficas tiene algo que ver con el Creador (la cual desconozco por ignorancia) aquello de que “en el principio Dios los creó a su imagen y semejanza” tiene que vincularnos al Hacedor, no en la maldad, sino en algo en común, puesto que la creación no fue un acto reproductivo sexual, sino una forma de comunicar(se) una naturaleza con la otra.

Cuando menos, escrituralmente, la torpeza humana quedó registrada esa madrugada en la que Samuel comenzó a oír la voz de Dios: “Y dijo Elí a Samuel: Ve, y acuéstate; y si Él te llama, dirás: “Habla, Jehová, que tu siervo oye.” Así se fue Samuel, y se acostó en su lugar.  Y vino Jehová, y se paró, y llamó como las otras veces: “¡Samuel, Samuel!” Entonces Samuel dijo: “Habla, que tu siervo oye.(1 Sam 3:9-10)

Ese muchacho no conocía la voz de Dios como el anciano Elí y, dando ése su consejo, Samuel fue bendecido con una revelación que Yahveh quería comunicar(le) para que luego fuera dicha a Elí (a quien Dios ya estaba abandonando, por no haber estorbado ni reprendido a sus 2 hijos impíos). Por esa omisión negligente –la de no amonestar a tiempo– un sacerdote que sirvió a Dios por 40 años era descartado de sus oficios. Samuel, muchacho todavía, servía a Dios en el templo, y ese era el oficio vocacional que debían haber estado haciendo los hijos de Elí. Samuel no conocía a Dios y, por la inferencia del viejo Elí, es que Samuel comenzó a comprender que Dios tenía una voz audible y, que cuando hablaba, tenía una voz humana; misma que resultó parecida –en ese caso– a la que tenía Elí. ¿Vamos viendo que Dios es quien tiene el Soberano derecho de acercársenos a iniciar una relación con nosotros? Los hijos del sacerdote no servían a Dios y, sus acciones eran mal vistas por el pueblo y por Dios. En cambio, en un momento de reposo, Yahveh Dios eligió acercarse a Samuel para comunicar(le) Sus planes, lo que Él decidió hacer. ¿Estaba orando diligentemente Samuel para oír a Dios? ¿Se le apareció en un momento más ocupado de su día, en una dura faena de ayuno y oración? ¡No! No así.

Lo incoherente

Para mí, la teoría de la evolución es un absurdo y, sólo sirve para desvirtuar el otro modelo que tampoco explica nada. La “evolución” sólo saca a Dios de la creación y de nuestro entorno de siervos. La “evolución” sirve para (re)clasificar similitudes anatómicas entre vertebrados y mamíferos, pero no prueba esta de la mutación visceral evolutiva, aunque hemos visto personas con manos con 6 dedos y, en mi juventud, llegué a ver “mutaciones” en fetos con 2 cabezas y 1 solo ojo en su frente. ¡Eso es un defecto! No creo que 1 persona con 2 cerebros vaya a pensar mejor teniendo a todo el mundo observando su “rareza”, su inocultable diferencia anatómica, sin que ya sus padres no se hayan alarmado por la fenomenología de un hijo tan diferente ¿Acaso ya un hijo con señales de mongolismo no resulta un problema? ¡No seamos hipócritas como las leyes de las naciones! No se trata de avergonzar ni ridiculizar(nos), sino de reconocer que las muchas diferencias tienen “desventajas” aparentes. ¿No asisten ell@s a escuelas vocacionales diferentes? Yo, de mi parte, solía reírme de todo el mundo que tuviera un detalle anatómico notorio fuera de lo “normal” y, no es difícil observar la burla que otros, también, hacen por hallar seres raros o diferentes. ¿Cómo no será difícil coexistir esta vida con personas que se nos burlan por ser pesadamente gordos o cíclopes sin 2 cabezas?

Un pianista con 12 o 16 dedos no sería tan admirado por la música, como estudiado por la ciencia. La evolución no ha podido producir, por sí sola, algo mejor de lo que ya Dios haya dispuesto y, en todo caso, cuando se mezcla un burro con una yegua, la mula que se engendra no puede producir hijos... ¿Podemos forzar la creación de algo mejor de lo que ya Dios dispuso en la tierra? ¡Bueno! No sabemos si Dios existe y, en tanto vamos por otro camino, ya se han hecho avances para corazones artificiales, pero no para un riñón. Hemos creado máquinas más rápidas que el cerebro, pero ninguna puede ser implantada en el cráneo pues, nuestro cuerpo es tan complejo que no podemos acomplejarlo con nada que no se parezca a nuestra equiparación “normal”.
                Yo no puedo relacionarme afectivamente por una burra. Quizá pueda tomar de su leche, pero no puedo enamorarme de ella, ni de mi computadora ni de mi mascota (si lo hago, sería otro loco) y, si por extensión toda relación íntima está condenada a seres del mismo género –con afinidades similares– aquello de “amar a Dios con toda mi mente, todas mis fuerzas y alma…” (Deut. 6:5; 11:13; Mar 12:10; Luc 10:27) tampoco tiene sentido, porque Dios no es notoriamente accesible y el goce de Su afecto es complicadamente inviable. En un sentido, ese amor se parece a mantener relaciones amorosas online, donde la distancia extingue condescender muchas veces, tener paciencia con cariños elásticos y enfrentar el descarte instantáneo o el potencial del olvido –por intervalos de desconexión– donde existe la sensación que desabriga ese calor de lo que parece intenso pero, el curso de la vida del hombre ¿se une algún lugar al torrente de la topografía divina para el encuentro de un día?

                No puede haber aproximación ni parecidos, si una parte y la otra no encuentran la afinidad para identificar coincidencias para una relación interactiva. No puede haber acercamiento ni reuniones, si una parte se esconde en incorregibles predecibles. Yo no quiero arrimarme a Dios para vivir “una eternidad” sin una relación personal de verdadera intimidad o sin una correlación de familiaridad que comience justo aquí.  No me interesa otra vida, si ya ésta, me pareció algo desapegada, insulsa y, lo que hice de ella, fue aprovecharme de otros egocéntricamente  (del mismo modo como decenas de personas se aprovecharon, e hicieron lo suyo con mi vida).

                No me interesa llegar al final del vertedero del mar por un derrotero paralelo. No me interesa un día más en esta vida, y no haré braceo que acelere “mi llegada” al final, sin que Dios no haya oído mi opinión ni haya hecho nada para sacarme de este desánimo o decepción general de lo que algunos llaman apocamiento de la fe: Leer sobre las Experiencia Cercanas a la Muerte (ECM) me devolvió algo de la fe perdida, de la que ya no me siento parte ni me identificaré como cristiano. En cuanto a Cristo, no lo veo como Dios y, desde luego, mucho de Dios estuvo en Él, pero no en mí.

Proféticos males

En la Pág. 58 del libro “Memorias de una nación en Guerra” de José Ángel Hernández dice: El grueso de la iglesia no había entendido el mensaje expresado por Dios; por el contrario, lo había tergiversado creyendo que el milagro al cual Dios hacía referencia, se trataba de un milagro político (…)  Dios hablaba del milagro espiritual (…) la iglesia no recordaba el pacto que había hecho con Dios, de orar por esta nación (…) ¿No estamos unos confundidos tratando de sortear males (proféticos o reales) buscando junto con lo bueno que nos deje el día para disfrutar? No es nuestra responsabilidad resolver los problemas del mundo (tampoco es responsabilidad sacarnos de lo malo que hagamos o hagan otros) pero si no obramos –ni oramos– ¿a dónde vamos con la gente maliciosa y disponedora que tenemos al lado?
Muchas veces he oído de milagros y de cosas de las que no he sido testigo presencial. Todos vemos algunos luceros en la noche –unos más y otros menos– pero pocos pueden ver centenares de estrellas más allá de que los que sólo vemos al cercano sol, la estrella de cada día. Nadie conoce la inmensidad interestelar más que un astrónomo que se dedica a estudiar la mensura del cielo, mientras que muchísimos sólo atisbamos a ver una ínfima parte del firmamento cuando intentamos mirar al cielo. ¿No hay otras personas que intentan mirar la gloriosa presencia del Señor, del mismo modo como Moisés pidió verla del rostro de Dios?
(…) Al verlos desaparecer en la oscuridad de la noche, proseguimos nuestro camino siendo guiados por un hermano de esa congregación. Al comenzar a subir la cuesta, uno de los hermanos que venía en la retaguardia alzó su voz formulándome una pregunta: “Hermano, José ¿Cuántos creyentes se fueron con el pastor Morales?” Le respondí, diciendo: “Veinticinco ¿por qué?” Nuevamente me pregunta: “¿Cuántos se quedaron con nosotros?”. Nuevamente le respondo: “Setenta y cinco, ¿por qué?” Finalmente me dice “Yo quiero entonces que usted me explique, ¿De dónde salieron estas quinientas personas que vienen detrás de nosotros, vestidos de blanco imponiendo manos a todo lo que nosotros tocamos?” Me detengo y quedé sorprendido, al ver literalmente como a unas quinientas personas detrás de nosotros tal como lo había explicado el hermano. Esta manifestación gloriosa me llevó a interrumpir la caminata de oración para decirles a los hermanos que se detuvieran y dieran media vuelta, para que vieran que mayor eran los que estaban con nosotros.Visto esto, los hermanos levantaron un clamor y un concierto de lenguas se dejó oír en esa comunidad, porque el espectáculo era glorioso: por primera vez, muchos de los que allí estaban veían no solo a un ángel, sino como a unos quinientos ángeles que nos acompañaban. Allí entendí la razón por la cual la gente le dijo al alcalde que vieron como a unos diez mil evangélicos marchando por las calles de Güigüe; de seguro no era exageración, sino que vieron la presencia de los ángeles del Señor acompañándonos en esa gloriosa batalla. Después de orar seguimos adelante. Toda preocupación desapareció, incluso, ya no nos preocupamos por el pastor Morales y sus veinte y cinco guerreros, sabíamos ahora que estaban bien acompañados y que nadie les podría hacer frente.
Leyendo más adelante, con fecha del 25 de Febrero de 1989, el mismo libro nos dice: “He aquí que por haber dejado de clamar y humillarse ante mí, dentro de dos días esta nación verá mi ira, y veréis principio de lo que podrá suceder en esta nación, si no me buscáis.”  Luego de esos días, en Venezuela se dio el “Caracazo” y hubo cientos de muertos a fin de detener los saqueos que se presentaron... ¿Habrá más resentimiento y crisis social luego, tanto en Venezuela y como en el resto del mundo?
Seamos naturalmente cuerdos y ambiciosamente  racionales, nadie que trabaje para un sindicato lo hace por motivos vocacionales y sin un sueldo mejorable. Todo el que busque un empleo, siempre lo ha hecho por dinero, no como oficio vocacional. A decir verdad, parece que olvidamos que cada sindicato cobra un porcentaje del sueldo de cada trabajador en el mundo así como cada gobierno, también, cobra un porcentaje de nuestro salario; del mismo modo como obligadamente pagamos impuestos cuando hacemos compras, viajes o solicitamos licencias de matrimonios, para conducir autos o formalizar empresas de negocios. Si cada ciudadano requiere algo del Estado, ha de pagar impuestos y dinero para que los funcionarios se muevan en la dirección que deseamos y, eso sin decir que la corrupción de algunos gobiernos es tan descarada que ya se sabe que en Venezuela, hasta el más raso de los policías, también te pide algo de dinero para que se haga justicia contra los detestables delincuentes facultados quienes, a su vez, también terminan pagando “impuestos”, debido a que éstos pagan a conocidos policías en funciones (aunque muchos de ellos son ex policías y personajes del gobierno) y ciertos crímenes son coordinados entre el hampa y “la ley”; de modo que todos ellos son una especie de sindicatos que se aseguran un cómodo retiro el día en que ya no estén en funciones “de gobierno” ni tengan las armas que apoyan sus inicuas fuerzas.
¡Sí! Los sindicatos son una extensión de la perniciosa política que se articulan por y contra empresarios y gobiernos y, esa cuota porcentual mensual que se paga, es un impuesto que nunca disfrutaremos, pero ellos sí la cobran, aun cuando no seamos beneficiarios directos ni afiliados de las supuestas causas que ellos dicen defender frente a patronos y gobernantes, sin haber logrado nada en años. ¿Qué significa eso? Que los sindicatos patronales –también los del Estado– cobran un sueldo de sus protectores y de los empleados y, a la hora de desplegar beneficios, ellos siempre serán los primeros en recibirlos, debido a que su relación cercana al patrono les asegura una posición de ventaja, la que no siempre disfrutan los empleados que están más lejos de esas trampas del fingimiento síndico-político. ¿Quiénes están exentos de pagar impuestos? Los sindicalistas y los gobernantes corruptos y, todos ellos han creado esas estructuras jerárquicas de gobierno a las que intentan controlarnos, someternos (o dar culto).
Cada Estado se ha abrogado el derecho de conducir las vidas de cada ciudadano por el derrotero que a ellos les ha parecido mejor. Como padres sumisos –o siguiendo las ideas de Aldous Huxley (1932) en “un mundo feliz”– hemos delegado la responsabilidad de educar a nuestros hijos a quienes no los hicieron en nuestra cama, a quienes no les duelen nuestros muchachos y, como siervos en sus feudos alquilados, hemos traspasado muchos de NUESTROS derechos a cambio de las pocas concesiones que los gobernantes nos han dejado sin tributar: Todo a cambio de un diploma y algún puesto de trabajo descalificado.
Nuestros hijos están aburridos en la adoctrinadora escuela, tanto como ellos lo estarán en sus trabajos mal pagados. Los patronos –así como desde los días del feudalismo– se han dedicado a la explotación del hombre por el hombre y, si aquellas costumbres fueron cambiadas por los sistemas que decimos “validan nuestro veto y cada voto”, ello no ha sido nada más que un cambio cosmético pues, los medios de producción son de pocos, todavía pertenecen a los de cuna dorada, así como también manejan las herramientas de la economía y, el dinero es la herramienta que usan los gobiernos y los acaudalados.
  
Indistintamente de la fuerza que haga violencia, los asalariados siempre se alquilaron a quienes les ofrecieran algo de lo que todos carecemos. En algún momento de la evolución económica, el trueque dejó de ser práctico y más cómodo y liviano pareció usar valores de cambio, como el oro y la plata (hoy día transacciones electrónicas internacionales) por la sencilla razón de movilidad, para poder depositar caudales en una cuenta bancaria, sin que los bienes perecederos se pudrieran o estorbaran en nuestros viajes o desplazamientos; pero ello no significa que el trueque dejase de ser útil pues,  se cambian horas de trabajo por algún bien perecedero tangible o intangible para subsistir, alimentarnos o comerciar con ello.
 
Según leemos la literatura sacra, podemos inferir que casi todos los pueblos evolucionaron económicamente del nomadismo a una forma de gobierno superior al de las tribus pequeñas o aisladas, a un reinado estable o a una república cambiante. Puede que una tribu luchó muchas veces contra otras para someterlas, como sucedió entre los mayas, pero sólo los reinos fuertes –luego de pasar por formas imperialistas– dieron paso a la formación de repúblicas industriales, luego que sus colonias se escindieron y, al parecer, ese sueño de Babilonia y una sola nación y un solo gobierno, parece repartirse –con desiguales– nuestras eras.
 
Aunque no haya existido verdaderamente un romano con el sueño de conquistar todas las naciones del planeta (como lo hizo el macedonio Alejandro Magno) la expansión colonialista de España, de Inglaterra o de USA ha sido una realidad similar a la de Francia, China, Rusia, Alemania; entre otras. ¿No es curioso que, los centros de poder, se vayan desplazando de la derecha del planeta hacia la izquierda, tal como los hebreos hacen sus lecturas?
Una simple vista a la ubicación de Babilonia, Medo-Persia, Grecia, Roma y –desde estos últimos 500 años– nos hace ver la importancia de América respecto al “viejo” mundo, pero ¿ese poder se mueve hacia la enrojecida izquierda del planeta? Sea como fuere, en 1919 Lenín dijo en un discurso grabado en gramófono –obviamente con toque expansionista– “…El poder soviético ya ha triunfado en varios países. Pronto presenciaremos la victoria del comunismo en todo el mundo; presenciaremos la fundación de la República Federada Mundial de Soviets.
      Manifiesto del partido comunista de Engels y Marx

Jesucristo dijo, hace 2 milenios: “No crean que he venido a traer paz a la tierra. No vine a traer paz sino espada.” (Mat 10:34) Más que dividirse las naciones, al fin de los tiempos, se dividen familias al parecer; puesto que Él dijo: “He venido a causar discordia (…) los enemigos de cada cual serán los de su propia familia.” (Mat 10:35-36) ¿Por qué pasar por toda esta complicación divisiva? Honestamente, no entiendo porqué la humanidad deba pasar por todo esto. Sigo creyendo más en lo dialéctico que en lo destructivo y, por si fuera poco, Jesucristo mismo prefiere concordar antes que rivalizar. Al punto que, antes de ir al altar a dar un presente como ofrenda, Él mismo aconseja ponerse en paz con el adversario (Mat 5: 23, 25) y, luego que se haya hablado y pacificado al contrario, conviene hacer la entrega de la ofrenda de lo que se tenga en sacrificio.
Aunque Jesucristo haya dicho que “no vino a destruir lo que hayan dicho los profetas y la ley” (Mat 5:17) mucho del Antiguo Pacto dejó de ser como previamente había sido. Antes, si alguien maldecía a otro, se exponía a perder la vida frente a los testigos que podrían apedrearlo si pronunciase el santo nombre de Dios (Lev 24:16) en cambio, Jesús manda a “bendecir” a todo el que nos persiga o cause afrenta (Mat 5:44; Luc 6:28) a fin de que seamos hijos del Altísimo (Luc 6:35). Pero este mismo Dios misericordioso “que hace salir el sol sobre buenos y malos…” ¿no es el mismo que dejó que Moisés matara a 3 mil personas a las que su hermano Aarón les hizo el ídolo en forma de becerro?
Amen a sus enemigos (…) Él es benigno para con los ingratos y malos. Sean compasivos como también vuestro Padre es misericordioso.” (Luc 6:35-36)
Tras la rebelión de Coré, la ira de Dios consumió a unas 15 mil personas (Núm 16:49) junto con la vida de los que apoyaron a Coré frente a sus tiendas. Se ha dicho que Dios es “tardo para la ira” (Éxo 34:6; Salm 86:15; Neh 9:17) pero, mucho del Antiguo Testamento revela lo contrario “…que no deja sin castigo al culpable…” (Éxo 34:7) y, justo el Nuevo Testamento lo “revela” ser blandengue en boca de Jesucristo:  
Concíliate con tu adversario…(Mat 5:25)
Bienaventurados los pacificadores, porque serán llamados hijos de Dios.(Mat 5:9)
Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos.” (Mat 5:10)
Al parecer, la rectitud del cristiano es tolerar y padecer toda injusticia que alguien nos imponga, como si la ira de Dios estuviera aplazándose, observándonos para premiar con la “vida” venidera. No obstante, aunque a regañadientes oremos por los que nos detestan y molestan, lo mejor que podemos hacer es no buscar vengarnos nosotros mismos, sino rogar moralmente a Dios por Su justicia.
No os venguéis vosotros mismos, sino dejad lugar a la ira de Dios, porque escrito está: «Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor»” (Rom 12:19)
¿Acaso puedo castigar yo mejor que Dios?
No obstante, cuanto menos me valoro a mí mismo, más fácilmente me vulnero para ser controlado por el liderazgo que haga las funciones sacerdotales o ministeriales y, de allí que tenga que tener cuidado cuando se me diga “no ser digno de Dios”, tal cual Cristo ha dicho: “…No es digno de mí…” (Mat 10:37-38). ¡Pero quién es digno de quién? Acá retomo la idea del narcisismo celestial: Al parecer Dios le dijo a Moisés que “no podría verlo y seguir viviendo.” (Éxo 33:20) ¿Cómo es que Adán y Eva sí lo veían y no morían? De hecho, al pecar (desobedecer) trataron de esconder su desnudez (Gén 3:11; 2:25) ¿Qué estupidez es esa de que no podemos ver a Dios por nuestro pecado, si “la serpiente” del Edén (Satanás) ha sido tan mala como siempre, y le ha visto? Por otro lado, si Moisés estuvo 40 días en la presencia de Dios ¿cómo es que nada vio de Él en ese retiro, con supuesto ayuno?
Una vez más, la numerología cabalística parece repetir sus juego escritural como el del Pentecostés (50 días) ¿acaso eso de la significación de las lluvias del diluvio, las “nubes” que caminan con las personas para dar sombra en el desierto y el tiempo medido – en 40 días– tienen otro significado místico, como el ayuno de Cristo?
 40 días y 40 noches llovió sobre la tierra.(Gén 7:12)
Moisés se internó en la nube y subió al monte, y allí permaneció 40 días y 40 noches.(Éxo 24:18)
“40 días estuvisteis explorando el país [la tierra prometida]; pues 40 años estaréis pagando vuestro castigo: un año por cada día. Así sabréis lo que es ponerse en contra mía.” (Núm 14:34)
[Jesús] Después de ayunar 40 días y 40 noches, tuvo hambre.(Mat 4:2)
¿Y con quiénes se enojó Dios durante 40 años? ¿No fue acaso con los que pecaron (…) en el desierto?” (Heb 3:17; Núm 32:13)
Nuestras relaciones fallan por un excesivo egoísmo narcisista y nuestros amoríos fracasan por desmedido egotismo. Nadie permanece junto a otro si, en alguna medida, las expectativas personales e individuales no están bien satisfechas: Si Dios no está con el hombre o viceversa, si el hombre no está con Dios, alguno no está contento con el otro.
Si la biblia no fue dictada ni inspirada por Dios, sino que toda ella tiene el carácter moralizador de hombres éticamente bienintencionados, podemos dejar de reverenciarla o idolatrarla, y tomar todo lo bueno que ella tiene sin ensalzar con la deidad a quienes supuestamente la escribieron, para finalmente decir: “No te dejes vencer por el mal; al contrario, vence el mal con el bien.” (Rom 12:21) “…Conviértanse ellos a ti, y tú no te conviertas a ellos.” (Jer 15:19) Y con ese mismo espíritu positivo, la carta a los romanos nos dice: “Ámense con toda sinceridad. Aborrezcan lo malo y sigan lo bueno.(Rom 12:9) ¿Qué importa quién pensó así o lo escribió asá? (lo idolátrico del cultismo es extremista) Tenemos que acabar lo malo para imponer lo bueno. No está bien convivir con el mal si, con algo más de esfuerzo, podemos coexistir con lo bueno desechando la maldad y lo aborrecible de nuestra maldad.
Al final de los tiempos cesará la religión y la verdad será conocida sin mediación de hombres religiosos, tal como Isaías lo menciona; “Este pueblo me alaba con la boca y me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. Su adoración no es más que un mandato enseñado por hombres.” (Isa 29:13) En ese particular, es bueno reconocer que “Dios” no pidió sacrificios en esos 40 años que deambuló con Israel por el desierto, de manera que “se aclara” que la religión y su cultismo evolucionó por la inercia del “perfeccionismo” humano que agrega cosas a lo que parecía requerir(se):
“Israelitas, ¿acaso en los 40 años del desierto me ofrecisteis sacrificios y ofrendas?” (Amós 5:25)
El profeta Samuel también dijo: “¿Acaso se complace Jehová tanto en los holocaustos y sacrificios como en la obediencia a las palabras de Jehová? Mejor es obedecer que sacrificar (…)” (1Sam 15:22)
Los sacrificios fueron aceptados como parte de esos homenajes rituales en los que Israel se reunía como asamblea.
“¿De qué me sirven sus muchos sacrificios? —dice el SEÑOR—. Harto estoy de holocaustos (…); la sangre de toros, corderos y cabras no me complace. ¿Por qué vienen a presentarse ante mí? ¿Quién les mandó traer animales para que pisotearan mis atrios? No me sigan trayendo ofrendas vanas (…)(Isa 1:11-13)
Es obvio que Israel sólo debía presentar ofrendas para el día de celebrar las 3 fiestas anuales (Deut 16:16) y, desde luego, para sostener la economía del sacerdocio; pero este consejo de Eclesiastés es muy bueno:
Cuando vayas a la casa de Dios, cuida tus pasos y acércate a escuchar en vez de ofrecer sacrificio de necios, que ni conciencia tienen de que hacen mal.” (Ecl 5:1)
Pero ¿escuchar a quién? La cultura teocrática judeocristiana del 1er siglo era moralizadora como la de muchos rabinos judíos. Sin embargo, los años agregaron una innecesaria liturgia que fue la misa y no la labor pedagógica de la escuela teocrática.
¿De qué me sirve este incienso (…)? Sus sacrificios no me agradan.” (Jer 6:20)
“Pues tú no quieres ofrendas ni holocaustos; [ni velitas] no es lo que te agrada.” (Sal 51:16)
“¡Yo aborrezco sus fiestas religiosas! ¡No soporto sus cultos de adoración!” (Amó 5:21)

En verdad, cuando yo saqué de Egipto a sus antepasados, no les dije nada ni les ordené nada acerca de holocaustos y sacrificios.” (Jer 7:22) De allí que, Jesucristo recalcara contra ciertos hipócritas [sin confrontar a muchos en ese tema tan particular]: “(…) Este pueblo de labios me honra, mas su corazón está lejos de mí. Pues en vano me honran, enseñando como doctrinas, mandamientos de hombres”, porque, dejando el mandamiento de Dios, os aferráis a la tradición de los hombres (…) (Marcos 7:6-8; Isa 29:13) ¿Cuánta tradición de distintos hombres tiene la biblia? De allí la importancia del milagro de que Dios vuelva a acercarse a cada persona, individualmente y, esa condición, la expresa el esquema de estos cantos:
ü  “¿Quién subirá al monte de Jehová? ¿Y quién estará en su lugar santo? El limpio de manos y puro de corazón; el que no ha elevado su alma a cosas vanas ni ha jurado con engaño.” (Sal 24:3-4)
ü  “Jehová, ¿quién habitará en tu Tabernáculo?, ¿quién morará en tu monte santo? Sólo quien hace lo bueno y practica la justicia; sólo quien piensa en la verdad y actúa con la verdad;  sólo quien no habla mal de nadie ni busca el mal de ninguno ni ofende a nadie; sólo quien desprecia al que merece desprecio, pero respeta a quien honra a Dios; sólo quien cumple lo que promete aunque salga perdiendo; sólo quien presta dinero sin cobrar intereses, y jamás acepta dinero para perjudicar al inocente. [El que hace estas cosas](Sal 15:1-5)
ü Sólo vivirá segura la gente que es honesta y siempre dice la verdad, la que no se enriquece a costa de la violencia de delitos, la que no acepta regalos a cambio de hacer favores por soborno, la que no se presta a cometer un crimen, ¡la que ni siquiera se fija en la maldad que otros cometen! (Isa 33:15)
ü “Dichosos los de corazón limpio, porque ellos verán a Dios.” (Mat 5:8)

Adicionalmente del tipo de personas mencionadas brevemente arriba, no se ha de olvidar a los individuos de “corazón contrito y humillado” debido a que la mayoría de los estudios y estadísticas acerca de las ECMs (experiencias cercanas a la muerte) se comenta que aquellos que padecieron infartos sufrieron dolores intensos al corazón y, viéndose cerca de morir, también se arrepintieron. De modo que ese sufrimiento es literal, así como la rotura de su espíritu en relación al cuerpo.
ü  “¡Tú no desprecias, oh Dios, al corazón hecho pedazos!” (Sal 51:17)
Sensación de amor
Adicionalmente al corazón contrito y humillado, muchas de las personas que han tenido esas experiencias (o desvaríos) cercanas a la muerte describen cosas demasiado hermosas para nuestra vista. Quienes han dicho haber llegado al cielo y sentido la presencia de Dios, hablan de una indescriptible sensación de ser amados y de amar, que no tiene parangón con lo terreno (así sea alguna alucinación, como los escépticos lo afirman). En el relato del Edén ¿Dios esperaba una relación, o un acto referente a religión? Cuando Caín y Abel presentaron sus ofrendas, Dios tuvo agrado de la oveja que Abel le presentó pero ¿significaba ello que Dios era un carnívoro religioso y no un vegetariano que prefería compartir Su maná? Desde el Génesis adánico percibimos, cuando menos, que las calorías y proteínas eran de origen vegetal: “…Puedes comer del fruto de todos los árboles del jardín, menos del árbol del bien y del mal…” (Gén 2:16-17). Pero es intrínsecamente egoísta pensar en matar a otro ser porque somos los únicos seres con inteligencia en esta galaxia o universo.
Es narcisismo egocéntrico inhumano pensar que haya pocos grados de inteligencia animal comparable a la nuestra, cuando por siglos ya la iconografía en la mitología había representado cosas que para muchos es totalmente despreciable e insignificante.

¿Alguien puede negar que este delfín no esté apreciando el sonido de la criatura en el vientre de esa mujer?
La mitología fue modelo a muchas cosas que no tenían la hipótesis de elaboradas teorías. Darwin tuvo que usar mitos para “explicar” la evolución que no ha producido nada nuevo, excepto descubrimientos y la extinción de más animales raros.
Es matemáticamente improbable que muchos escritos hebreos sacros resultasen profecías mesiánicas, a la hora de la llegada de la histórica muerte de Jesús:
Ofrecí mi espalda a los que me golpeaban, mis mejillas a los que me arrancaban la barba; ante las burlas y los escupitajos no escondí mi rostro.” (Isa 50:6)
Iván Panin, un erudito agnóstico ruso y judío, investigó la numerología encubierta en la Biblia y terminó creyendo que esos libros sí fueron inspirados por Dios.
Primeramente, despejó la línea de Génesis 1:1 (leyendo de derecha hasta la izquierda) y observó que en hebreo ese versículo comenzaba con 7 palabras para un conteo de letras totalizando un número de 28. Estudió esa divisibilidad exacta entre 7 y la frecuencia con la que se repetían otras cifras, lo divisible y algunos patrones de recurrencia de estructuras de letras que, en algunos casos, a cierta distancia de cada columna, se repetían algunos mensajes con otras palabras de significación “oculta” en la lectura normal... Desarrolló una teoría que no fue refutada, documentada en más de 4000 páginas. ¿Prueba ello la existencia de Dios?
Iván Panin expresó: “Mi amigo del mundo, quienquiera que tú seas: O está Jesucristo equivocado o lo estás tú. La respuesta de que ninguno de los dos lo estén solo evade la cuestión, pero no la resuelve; pero las épocas han decidido que Jesucristo no está equivocado. Te toca a ti decidir si permanecerás en ese error.”
El escepticismo sectario no solamente es un hecho histórico que se mueve al campo económico político masivo, aunque menos elitista que el de los acaudalados cienciólogos. El documentado caso de noviembre de 1978 –con una secta religiosa de miles en el Templo del Pueblo– se protagonizó un suicidio por envenenamiento colectivo en Jonestown (Guyana socialista) nos muestra cómo el error de la reverente sicología idolátrica populista hace de un hombre un equivocado “dios”. Otro ejemplo de este sectarismo se produjo en Waco (Texas), cuando en 1993 el enfrentamiento entre agentes federales y miembros de un grupo religioso, que se denominaban davidianos (siguiendo a quien se autodenominó David Koresh) finalizó después de más de dos meses con un incendio y la muerte de 87 miembros de la fanática comuna y 4 agentes federales. Cristo predijo que vendrían muchas personas proclamando ser el mesías y ello no solamente ya pasó en su tiempo, sino que unos 600 años luego se creyó en Mahoma como se creyó fatalmente en Jim Jones o en David Koresh… ¿Cómo creer en alguien a quien no tengo acceso ni conocimiento personal?
Conclusiones
Las Escrituras nos hablan de alguien a quien no tengo directo acceso, tratos inmediatos ni una vida de relación interpersonal (excepto que asuma la vida moral propuesta). Las Escrituras son un medio sustitutivo de “ese vínculo” que no es personal ni real, sino una proyección de la idealización: Retomo aquello de “mi relación” con mi computadora, el Yo con el Ello; pero no es algo real ni humano. Mi máquina me permite ver videos, representaciones y cálculos matemáticos, pero no es una realidad tangible. ¡Hago cosas! Pero no las hago yo, sino una proyección de modelos que hicieron otras personas para entretenerme en algo que creo que hago (y no hice). En este escrito, mi relación a lo que se lee, fue simplemente tipiar letras que formaron palabras y, todo lo que sé lo escribieron otros, sin un factor de cálculo matemático, pero el lector descifra mi hilatura verbal o falta de cordura y, una vez que suba este escrito a internet, no sabré quien lo lea, ni quien comentará algo algún día, cuando a solas muera.
Las Escrituras son hermosas, pero carecen de sentido si ellas mismas no nos hacen interactuar con la realidad del Creador ni el escritor encubierto. Curiosamente, también, nuestra subjetividad nos hace creer e imaginar cosas que no son propias de quienes leemos. Nacen muchos equívocos cuando interpretamos erróneamente el mensaje de lo que la subjetividad ajena transcribe –con imprecisión– desde sus pensamientos y, de allí, que en la teoría de la comunicación, se hace importante la redundancia: Repetir para reafirmar lo que se intenta comunicar exactamente.
Dado que hay expectativas y malinterpretaciones en la comunicación –pese a la necesaria reafirmación de la redundancia– cierta vez tuve que decirle a B.S. lo siguiente, antes de que la dejara de tratar como amiga:
Aquí te diré una cosa yo nunca te dije (Esto es para que evites la próxima vez que pienses que has encontrado a la persona de tus sueños). Gustaste de mí para que fuera de otra forma en que yo no soy. Probablemente tú me gustaste de otra manera en que tú no eres realmente. Ése fue el error de esta relación de viejos amigos y, yo acepté eso de ser VIEJOS; pero no tengo enfado por mi edad y no hay ningún resentimiento en algo viví ni en lo que dejé pasar alguna oportunidad... Esperé que tú entendieras eso pero, insististe en obviarlo o evitaste ese asunto. Ésa no es mi preocupación real ahora pero, lo aprendí bien. Este asunto te lo digo luego de leer: "Me gustaste realmente mucho, y fue bueno vivir esos sueños… "
Tal parece, tenemos que dejar de pecar al tener expectativas desmedidas con quienes no conocemos y dejar de ser emocionalmente engreídos. En general, lo mejor está en convivir sin hacer mucho ruido, teniendo poca estima a ciertas cosas y siempre procurando hacer lo bueno, tal como se ha dicho más arriba ¿quién estará en su lugar santo?”:
ü  Sólo quien hace lo bueno y practica la justicia; sólo quien piensa en la verdad y actúa con la verdad;  sólo quien no habla mal de nadie ni busca el mal de ninguno ni ofende a nadie; sólo quien desprecia al que merece desprecio, pero respeta a quien honra a Dios; sólo quien cumple lo que promete aunque salga perdiendo; sólo quien presta dinero sin cobrar intereses, y jamás acepta dinero para perjudicar al inocente. [El que hace estas cosas](Sal 15:1-5)

Dios sólo vive para aquel a quien Él sale a su encuentro personal.

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A.T.

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