Es
más fácil descartar las cosas, también a las personas, que tratar de ayudarlas,
acomodarlas o simplemente aceptarlas.
Es
más fácil ver las diferencias, que ver las afinidades que pueden acercarnos,
complementarnos, divertirnos, incluso más que adversarnos (hasta llegar a
amarnos).
Las
diferencias siempre son como más grandes que las congruencias y coincidencias.
En este proceso creador de un modelo de mundo ideal –en el que n viviremos-
desarrollamos técnicas discriminantes, segregatorias y auto-protectoras.
Nuestros
principios, por encima de los ajenos. Nuestra voluntad, por encima de otras
razones, nada conciliatorias, muchas veces.
La
adversidad es fatal, más allá del medio siglo.
Jamás
nos comprometimos hasta el punto del nunca regreso.
Jamás
nos comprometimos -absolutamente- en una relación de exclusividad (emocional o
física) en la que entregáramos todo o se arriesgara hasta el último escaño del
auto-sacrificio.
Hay
quienes que, desengañados o heridos, invierten el papel de las cosas y, en
lugar de victimarios, se consideran las víctimas y, en cada relación, cada uno
tiene su parte de culpa y parte de inocencia; pues –quiérase o no- ello se
llama responsabilidad y corresponsabilidad: ¡No nos engañemos! Ir más allá de eso
límites es –no solamente insano- sino sádico o masoquísticamente enfermizo.
¿Quién ha dado su vida, por seguir a otra u a otro?
De
ser así, la vida acabaría de inmediato, no habrían los procesos inversos del
desamor, del desengaño y jamás se evaluaría lo bueno que se dejó o lo malo que
dañó.
¡Sí!
Los
compromisos hay que registrarlos, así sean en un contrato, en un documento: Si
las promesa no se olvidan, algunas cosas se desvirtúan con el tiempo ¿No pasa
así, con ciertas uniones o matrimonios?
En
el cuento de Blanca Nieves hay muchas cosas bonitas, pero no todas se
interiorizan.
Una
pérdida, una crisis, llevó a esa chica a correr por sus bosques y dar con la
vida de esos enanos.
Si
mal no lo recuerdo, esa asociación fue un acuerdo implícito de todos por ella:
Conversaron, se pusieron de acuerdo (casi a la fuerza) y, unánimemente, le
dieron un cuarto…
Blanca
Nieves, la del 1er cuento, era noble, tanto como bella. Sin mucho detalle, con
nada de pereza, comenzó a cambiar el mundo de esos hombrecillos: Tenían que
ducharse, cambiar sus modales, asearse de un todo… ¿Será un sacrificio o una
sana conducta de domesticación?
Día
tras día, admirados o enamorados, accedían y compartían ese maravilloso cambio
en sus conductas, domesticados sin compasión, con la flagelación de un solo
beso en sus frentes… (Excepto el gruñón) ¿Han leído ese cuento?
Cada
enano tenía su propio carácter, su personalidad y, entiéndase así (o no) Blanca
Nieves era una figura femenina que TODOS admiraban, todos querían, pero “el más
listo!, era el más chico y bobo ¿No la quería él sólo para sí y, siempre se
coleaba en la fila para recibir otro beso, aventajando a los más viejos?
Las
tipologías de esos enanos me encantan.
Supongo
he conocido a pocos que tengan una mejor definición de sus caracteres y, si me
pongo a recordar, temo que –si los hubo- les olvidé: En esos enanos no hay
trampa vil, ni hermanada injusticia.
Pese
a sus distintas edades, el grupo no está cohesionado por su líder ni por el
mismo oficio en una mina. Su solidaridad no presenta discrepancias –u sueño
idealizado de compañerismo- y Blanca Nieves lo pone a prueba (sirviéndoles con
gratitud, sin exigencias que no comprendan).
“ -¡Hay que lavarse las manos!- “ –les dijo un par de veces- (al momento de
comer) pero el claro mensaje no era sólo para esos enanos de la película; sino
para toda la audiencia, para los que me lean… ¿No es hermosa esa clase de dulce
pedagogía?
“
-¡Si no se lavan las manos, no habrá comida!- “ ¿Quién se negaba? (
Sólo el gruñón ) ( ¡Ya domesticado! ).
La
parte dolorosa, la que más me duele, no es ese día cuando ella “muere” por
envenenamiento… Lo que me causa emoción (también mi dolor) es cuando ella
decide y se marcha con otro hombre (y qué bueno que los enanitos pasaron por la
pena de la separación abrupta que se les interpuso
–entre todos- por la muerte evidente).
Si
el cuento hubiera sido distinto ¿en qué momento se despierta la rivalidad entre
ese grupo de HOMBRES? Si el carácter de Nieves hubiera sido distinto
–contemporáneo- ¿Quién de ellos la habría tomado o robado como cosa?
Lo
más hermoso de la película de la película de Disney –ciertamente- es ese efecto
psicológico mágico (no tan implícito): Todos la besaron, en su despedida, pero
sólo UNO, el último, la devolvió a la vida.
Para
mí esto es una lección:
Tú
puedes besar a ½ docena de personas, pero sólo a una terminas recordando o
deseando.
Puedes
besar a cada persona que aborde la cubierta de tu vida y, si tienes los
ojos abiertos ¡mirarás los defectos!
Por
el contrario, si subes a la tarima oscura de la vida –con los ojos vendados- es
casi seguro, que te gustarán pocas.
En
ese proceso de selección natural (que pocas veces se da) te darán la opción dee
volver a probarlas, de repetir, y tendrás ya otra idea…
Las
identificarás por número o por el recuerdo de tu memoria episódica. Si la oyes
hablando, tu corazón saltará y, ruego a Dios que ninguna haga trampas (pero el
amor no es sólo “sentir”, tocar o desear) ¡Es conocer, decidir y poseer!
Blanca
Nieves estaba muerta.
La
verdad –para mí- es una alegoría: Su juventud se acababa,
rodeada de viejos, sin vida propia ¡Abnegada a su servicio! (pagaba cada plano
de comida, y ese simple alojamiento).
¿Qué
cosa mejor puede pasar, si estás muriendo?
La
vida se va como en los sueños (muchas veces irrealizados, incomprendidos).
Disney,
por su parte, usa un lenguaje de imágenes puntual y muy particular: Hasta la
naturaleza es representada y conmovida. Las criaturitas del bosque ¡La ven y
lloran! (otras bajan las cabezas).
De
momento, en lo más aciago de ese clímax emocional –nadie lo sabía- se aparece
el rpincipe apuesto (puede ser cualquiera) (hombre o mujer) ¡Sabe Dios tu
vida! - ¡¡¡ Zuásss !!! – ( te llenan de besos ) ( te tocan) ( la
tocas tú ).
¡Vuelve
las vida! (la pena se desvirtúa) y te levantas de ese lecho moribundo de penas
o cuitas sucesivas.
Para
mí -lo más hermoso- es la aceptación de aquellos hombres que pasaron por la
vida de Blanca (cualquiera).
Ellos,
habiendo depuesto la armadura de inciertas pretensiones –con todo su celo-
salen de la vida de Blanca Nieves (cualquier persona) honrando en
lo mejor, la memoria de alegres momentos: Se inclinan ante el ser amado,
toman su mano… y, finalmente, la besan (saliendo de la escena).
Blanca
Nieves tiene sus razones para no haberse entregado a ninguno de ellos.
Su
relación, vista en la particularidad de todos, no fue distinta a lo que ella
fue para cada uno: Una sirvienta, quizá una mucama… (como cada persona asume su
rol con la mujer que haya tenido por esposa, amante, o mueble de su casa).
Blanca
Nieves, de forma ingenua, nunca soñó tener a un príncipe y, en todo
caso, le conoció como a un cualquiera: De su misma clase
(afinidades, simpatías y gustos…)
Blanca
no escogió entre varios pretendientes, no obstante, todos llegaron a ella (y al
unísono).
Nieves
no realizó un casting. No los escogió al azar ni por conveniencias: Fue algo
hermoso, misterioso y fortuito… ¡La conmovió un beso?
Blanca
Nieves yacía muerta.
El
mundo la estaba matando y, como cualquier bruja o envidioso puede hacer, esos
venenos pasaron dentro de su sangre noble.
Estoy
convencido de que la vida siempre te hace uno de estos regalos.
Jamás
negaré que Dios nos da una, y otra oportunidad.
¡Sé
Blanca Nieves! Pura, transparente, siempre limpia.
¡Sé
Príncipe!
(pero
noble… )
¡Vendrá tu momento!
True
Hermit ( A.
T. )
En
el pueblo del Dulce Corazón de Jesús para Petare. Julio 6,
2012
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